Tan cerca y tan olvidado
Escrito por Lilian González Moscato el 19 de agosto del 2019
Y sí, el clítoris muchas veces es el gran olvidado en la vida sexual de las mujeres.
A través de la Historia sólo algunos se acordaron de él a veces para bien … y otras veces para complicarnos la vida.
Cuando se descubrió que no intervenía en la reproducción –alrededor de 1875- los varones –que en ese entonces en exclusividad comandaban la política y la medicina- se despreocuparon de él.
El hecho de que fuera el único órgano en el cuerpo humano destinado pura y exclusivamente al goce (No se le conoce hasta ahora otra función) y que la mujer pudiera obtener placer sexual independientemente de un varón amenazaba al statu quo patriarcal.
El error de Segismundo y sus consecuencias
Más tarde Segismundo (Sigmund) Freud volvió a hablar del clítoris … para mal.
Segismundo afirmó contundentemente (Sin ecografía, ni resonancia magnética y sin más pruebas que su imaginación) que la mujer que tenía un orgasmo por estimulación del clítoris era “inmadura” e inventó –porque hoy sabemos que es un invento– que había orgasmos “clitorideos” y orgasmos “vaginales” lo cual arruinó la sexualidad de muchas mujeres que se creyeron “inmaduras y neuróticas” por tener –supuestamente– un orgasmo “clitorideo”.
Estábamos en los albores del siglo XX. Es decir que sólo con la penetración las mujeres alcanzaríamos una sexualidad plena y seríamos “maduras” psicológica y sexualmente.
O sea … dependíamos de un varón para ser normales y saludables.
Virginia y William nos rescatan de la ignorancia
Pero … hay vida después de Freud y con grandes novedades:
Aparecen William Masters y Virginia Johnson, famosos sexólogos norteamericanos y comienzan a hacer estudios en un laboratorio, con aparatos.
Transgresores, innovadores, creativos … pusieron una minicámara en un pene artificial para saber qué ocurría en la vagina durante una relación sexual y cuando la mujer se masturbaba.
Para 1966 publican “Respuesta Sexual Humana” un libro en el que describen qué pasa en el cuerpo de mujeres y hombres durante una relación sexual.
Y hete aquí que categóricamente se pronuncian: No hay dos orgasmos en la mujer.
Los órganos sexuales internos de la mujer se comportan de la misma forma ya sea que la mujer obtenga el orgasmo por masturbación o con el estímulo de la penetración vaginal.
Conclusión: Un solo orgasmo, varias fuentes de estimulación.
¿Qué es la fuente de la estimulación? La zona del cuerpo donde se produce una estimulación sexual eficaz de la manera que sea: Con los labios, la lengua, las manos, un vibrador, un pene, un guante de piel de conejo, masaje con un aceite y todas las variaciones que se nos ocurran.
Hay mujeres que con la estimulación de sus senos tienen un orgasmo. Otras con la estimulación de su cuello o lóbulo de la oreja, otras con sólo fantasear o con leer literatura erótica, etc. y, por supuesto, hay mujeres que llegan al orgasmo con la estimulación externa del clítoris y otras con la estimulación del pene en la vagina.
En las mujeres hay más variedad en cuanto a preferencias y tipo de estimulación deseada entre una mujer y la otra.
Los hombres se parecen más entre sí en esos aspectos probablemente por razones culturales.
Verdades bajo amenaza
En 1976 Shere Hite tira una bomba atómica cultural: Publica el “Informe Hite”. Esta investigadora norteamericana entrevistó a más de tres mil mujeres acerca de su sexualidad.
Para ese entonces yo tenía veinte años. Mi madre me había explicado la menstruación y algo de sexualidad según los conceptos falocéntricos y coitocéntricos de la época.
Leyendo el informe Hite me enteré de que yo tenía un clítoris. Mi madre nunca me lo había dicho y probablemente ella misma no lo supiera.
Sí; el Informe Hite había desembarcado en Uruguay también. No era raro porque se vendieron más de 50 millones de ejemplares en el mundo.
El informe Hite hizo pedazos los preconceptos de la época acerca de la sexualidad femenina desafiando el modelo de sexualidad falocéntrica (Centrada en el pene, en el falo) y coitocéntrica (Centrada en el coito).
Las mujeres disfrutaban mucho más de otras formas.
El informe Hite enseñó a las mujeres que no era cierto que pudieran lograr un orgasmo solamente por penetración y que era falso que si ello no era así entonces significaba que tenían un problema.
Shere Hite mostró a las mujeres su propio poder sexual y les enseñó a ellas y a los hombres que el clítoris existía. Las entrevistas a las mujeres revelaron cómo la gran mayoría obtenía placer con la estimulación de su clítoris.
Pero en lugar de verlo como un avance, una luz que se abría paso en medio del oscurantismo de la ignorancia, gran cantidad de hombres norteamericanos lo vieron como un ataque a su virilidad.
La trataron de “bruja feminista” (Es bueno recordar que las llamadas “brujas” quemadas en la Edad Media eran mayoritariamente mujeres que conocían mucho de hierbas curativas lo cual competía peligrosamente con el saber médico en esa época detentado exclusivamente por varones).
También la tacharon de “odiar a los hombres”.
En realidad Shere Hite era una hermosa mujer que había posado desnuda en la revista “Playboy” (Tenía que pagarse los estudios que en EE.UU. pueden ser muy caros) y era heterosexual.
Se casó con un pianista alemán y emigró a Alemania tras recibir amenazas de muerte por las revelaciones de su informe.
Como ya en esa época hubiera quedado un poco mal quemarla a ella o a sus libros al parecer los varones ofendidos consideraron que era más aceptable amenazar con matarla … sin comentarios.
Un descubrimiento controversial: El punto “G”
En 1982 Alice Ladas, Beverly Whipple y John D. Perry publicaron el libro “El punto G y otros descubrimientos recientes sobre sexualidad”.
El punto fue llamado “G” por el ginecólogo Ernst Gräfenberg quien había señalado que existía una zona a unos pocos centímetros de la entrada de la vagina que al ser estimulada por los dedos o el pene provocaba sensaciones intensas.
El libro fue un “bestseller”.
Pero en lugar de verlo como otro avance en el conocimiento de la sexualidad femenina, lamentablemente portavoces del modelo de sexualidad falocéntrico y coitocéntrico distorsionaron este descubrimiento y reforzaron el mito cultural de que la vagina era el “lugar correcto” para tener orgasmos.
Por ello significó un retroceso en el conocimiento de la sexualidad femenina porque seguía abonando la idea de un orgasmo vaginal distinto del orgasmo clitoridiano y una sexualidad falo y coitocéntrica.
Estos autores que sostuvieron la existencia de este punto dijeron también que no todas las mujeres lo tenían (¿Tal vez porque no existe como muchos señalaron?) y como resultado lamentable muchas mujeres se obsesionaron con encontrar ese punto y –al no poder hacerlo– se sintieron inferiores sexualmente.
El punto “G” –a diferencia de la buena acogida que tuvo en el público en general– fue muy criticado entre profesionales de la sexología.
Una de dichas críticas fue que en la zona señalada no había diferencia en el tejido con respecto al resto de la vagina.
Otra de las críticas es que el llamado “punto G” en realidad debería llamarse “punto C” por “C” de clítoris ya que, –al igual que el glande del pene– el clítoris en su estructura interna tiene tejido eréctil que se llena de sangre (El mismo mecanismo por el cual el pene tiene una erección) cuando la mujer se excita sexualmente. Cuando el volumen de sangre aumenta en un tejido hay un aumento de tamaño de esa estructura (Tal cual ocurre con el pene) esto hace que la parte interna del clítoris presione las paredes vaginales y otras partes del propio clítoris. El pene al penetrar añade presión y esto desencadena el orgasmo.
Pero tiene que quedar claro que esto ocurre si y solo si la mujer recibe estímulos eficaces, es decir que son capaces de excitarla.
Lo esencial es invisible a los ojos pero no a los aparatos
Pero la Historia nos tenía preparada otra vuelta de tuerca y llegamos a los años 90 y a Helen O’Connell, una uróloga australiana.
En los textos el clítoris suele aparecer como esa diminutez que a veces casi no se ve –del tamaño de una arveja- y menos también pero la realidad es otra.
Eso que vemos es el glande, la parte externa solamente.
Una joven Helen un día comenzó a observar el cuidado que ponían los cirujanos al extirpar una próstata o hacer otro tipo de operaciones para no dañar nervios de los órganos sexuales masculinos.
Usaban gran cantidad de aparatos que conectaban a los cuerpos de sus pacientes varones.
La perspicaz Helen también cayó en la cuenta de que ello no ocurría así cuando la paciente era mujer.
¿Podrían cortar los cirujanos nervios del clítoris durante una histerectomía por ejemplo?
Pues no se preocupaban de ello y los conocimientos en cuanto a las mujeres en los textos de Anatomía que los cirujanos usaban eran muy escasos aunque sí los había –y muy detallados– para los pacientes varones.
Nadie se había interesado en investigar sobre el tema.
¡Pica!, el subjetivo sesgo de género en las disciplinas consideradas “objetivas”.
Entonces Helen, para beneficio de todas nosotras, decidió hacer la diferencia y se puso a investigar.
Junto con otros colegas usaron imágenes de este órgano logradas mediante resonancia magnética.
Y en 1998 Helen revela la vida secreta del clítoris.
Lo que vemos es la estructura externa pero dentro hay mucho más.
Comencemos por la vagina. Imaginariamente dividimos su longitud en tercios: El tercio externo de la vagina (El que está más cerca del exterior) es el que tiene más terminaciones nerviosas y el que brinda sensaciones de placer a la mujer.
Los otros dos tercios de la vagina prácticamente no tienen terminaciones nerviosas por ello al colocarnos un tampón lo sentimos cuando atraviesa el tercio externo de la vagina y luego ya no.
Esto tiene otras implicancias además y es que eso de que una mujer siente más cuanto más largo es un pene porque la penetra “profundamente”, es un mito.
El glande del clítoris tiene más terminaciones nerviosas que el tercio externo de la vagina.
El glande del clítoris además presenta más sensibilidad que el glande del pene porque tiene más terminaciones nerviosas que éste.
Pero además, lo más interesante es que el clítoris se continúa por dentro y tiene dos prolongaciones que “abrazan” la vagina y la uretra.
Como decía Antoine de Saint-Exupéry en “El Principito”: ”Lo esencial es invisible a los ojos.”
Y con más aparatos …
Helen había prendido la mecha … y otros la conservaron encendida: En 2008, la ginecóloga Odile Buisson y el doctor Pierre Foldes investigaron el clítoris mediante modernos aparatos ecográficos y confirmaron los hallazgos de Helen O´Connell.
Estas investigaciones son muy importantes, porque más allá de los testimonios personales de miles de mujeres, la anatomía del clítoris y su papel central en la sexualidad femenina quedaron al descubierto en forma inobjetable con imágenes que muestran la estructura interna del clítoris y revelan por qué no existen dos orgasmos sino uno solo tal como afirmaron Masters y Johnson.
Pero estos conocimientos no se han integrado aún al saber popular en forma masiva y muchas mujeres y hombres (Entre ellos profesionales de la salud que no están al día o repiten como autómatas lo que “dios Freud” dijo al respecto) conservan la creencia errónea del doble orgasmo femenino.
Y la controversia sigue
En el 2012 Adam Ostrzenski publica un artículo en el cual afirma que la existencia del “punto G” quedó confirmada al disecar la pared anterior de la vagina del cadáver de una mujer de más de ochenta años.
Señala haber identificado “una pequeña cavidad, bien definida, en la parte posterior de la membrana perineal “ dando medidas de la misma.
Las principales críticas: Que la publicación no es realmente científica ya que se describe un caso único, no se dio a conocer la historia clínica de esa mujer, no se conocen sus experiencias sexuales, por ejemplo, si realmente disfrutaba de la penetración vaginal o si hallaba la estimulación del supuesto “punto G” placentera al grado de llevarla al orgasmo.
La crítica más fuerte: Extrañamente y a pesar de que se presenta al “punto G” como una zona especial de la vagina no se hicieron estudios histológicos (Es decir de la composición, estructura y característica del tejido.).
¿Y entonces?
Entonces nos alegramos porque las mujeres hemos recorrido un largo camino y sabemos ahora quiénes somos sexualmente.
“Punto G” o no, lo que importa es que no hay dos tipos de orgasmo sino distintas fuentes de estimulación y que de ninguna manera somos “inmaduras y neuróticas” si no alcanzamos el clímax por el coito.
El clítoris tiene mucha sensibilidad y su única función conocida hasta ahora es la de hacernos sentir placer.
El tercio externo de la vagina también y si mañana se comprueba que realmente existe el “punto G” u otros (Hay quienes plantean –sin la debida fundamentación- que hay otros puntos también) pues bienvenidos sean porque son distintas fuentes de estimulación.
Todavía hay varones que no estimulan el clítoris o no saben cómo o peor, no les importa hacerlo.
Cada mujer tiene que explorar su sexualidad, conocer su cuerpo disfrutando sin culpa –hay distintas técnicas y ejercicios para ello– y pedir a su pareja sexual sin timidez, aquello que desea y necesita.