Escrito por Lilian González Moscato el 16 de octubre del 2018
Los primates más cercanos a nuestra especie, chimpancés, gorilas, orangutanes son seres sociales que viven en grupos con una organización social compleja en la cual hay roles, jerarquías, preferencias, rechazos e indudablemente muestras de afecto.
Los seres humanos – siguiendo nuestra línea evolutiva como especie – somos seres sociales también. Ello quiere decir que las relaciones con nuestros semejantes cobran una gran importancia para nosotros.
Existe lo que se llama el “APEGO”. En los animales mamíferos ya podemos observar el apego. Ni bien nace una ovejita, un ternerito, se pone en pie y busca estar al lado de la madre; ésta da un paso y su cría la sigue. Implica una cuestión de supervivencia, si la cría no sigue a la madre, corre riesgo de vida.
En humanos, así como sucede con los animales, existe el apego como tendencia biológica innata, es decir que desde el nacimiento ya traemos la tendencia a buscar la protección y cercanía de otro humano. Hacia los siete meses ya están formados los primeros vínculos de apego los cuales se establecen hacia una o unas pocas personas. Hay que tomar en cuenta no obstante que los vínculos de apego se establecen tanto en interacción con personas maltratadoras como con personas saludables. Es muy extraño que un niño permanezca no apegado.
Pero el tipo de apego, la calidad del apego depende de cómo los adultos que cuidan del bebé – usualmente la familia de origen – lo traten. Esa interacción en edades tempranas formará en su mente un “modelo interno” que – sin ser consciente de ello – aplicará el resto de su vida en los vínculos. Esta es la diferencia que tenemos con los animales y es una diferencia crucial. El tipo de apego entonces es aprendido.
Con “calidad del apego” queremos decir la forma en que la persona construirá vínculos afectivos con otra y cómo reaccionará al conocer personas nuevas.
¿Quiere decir que nuestra calidad de apego quedará determinada de una vez y para siempre y nada podremos hacer si no es buena?
NO es así.
A través de la psicoterapia podemos hacer que una persona cambie su estilo de apego ya que éste es aprendido.